EN LA ÉPOCA DE LOS PATRIARCAS: EL O ELOHIM
Como ya hemos visto, el nombre más antiguo del Dios de Israel fue “EL” (fuerza o ser fuerte), sustantivo que, casi siempre, iba acompañado de otras palabras como “El-Hai” (Dios viviente), “El-Hashamain” (Dios del cielo), “Elyom” (Dios Altísimo), “El-Kadosh” (Dios Santo) o “El-Saddai” (unos creen que significa “Dios de las Montañas[1]” y otros “El Altísimo”).
También el pueblo de Israel usó con frecuencia el nombre de “Elohim[2]” (dueño del conjunto de las fuerzas). La forma de esta palabra es masculino plural (la terminación “im” corresponde al plural en hebreo). El sentido de este plural no parece ser mayestático, ni tampoco representa un resto politeísta. Debemos entenderlo más bien como expresión de una percepción de lo divino como pluralidad inabarcable de fuerzas: “Elohim” es el que posee todas las cualidades de un Dios.
El nombre de Yahvéh en la “Alianza” de Moisés
El libro del Éxodo nos relata, por un lado, la libertad que experimentó Israel cuando salió de la esclavitud de Egipto[3] y, por otro, los acontecimientos del Sinaí en el que Yahvéh sella la “Alianza” que cambiará el destino del propio pueblo hebreo. Estos acontecimientos salvíficos harán que ya no sea más “el pueblo de Israel” (antigua “Alianza” de Abraham), sino que se convierta en el “pueblo de Dios” (nueva “Alianza” de Moisés).
Por consiguiente, el Dios de los patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob) se manifestó al pueblo de Israel, mostró su rostro personal e hizo una “alianza” con él. Dios se mostró como un ser personal, con un nombre: Yahvéh. El Dios de Israel es el “Dios de la alianza” y también el “Dios de la promesa”, un tú que entra en relación con su pueblo.
Mientras Moisés se hallaba pastoreando las ovejas de su suegro Jetró el Ceneo, se le apareció Dios en el monte Sinaí en una ardiente zarza y le manifestó su voluntad de sacar a los hebreos del país de los faraones, así como su identidad: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios” (Ex 3, 1-10).
Pero Moisés quiso saber el nombre particular de este Dios que se le manifestaba y a quien él no conocía, y le dijo: “si voy a los hijos de Israel y les digo que el dios de sus padres me ha enviado a ellos, y si me preguntan cuál es su nombre, ¿qué les responderé?. Dios le contestó: (YHWH – YAHWEH[4]) “yo soy el que soy”, así dirás a los israelitas: “yo soy, me ha enviado a vosotros” Este es mi nombre para siempre, por él seré invocado de generación en generación” (Ex 3, 14-15).
Los estudiosos y exegetas bíblicos han querido desentrañar el sentido de esta contestación enigmática[5], pero hasta ahora ninguna de las propuestas ha sido unánimemente aceptada. Sabemos que viene del verbo hebreo “hawah”, que significa “ser”, término que se traduce normalmente por “el que es[6]”. Entre las diversas interpretaciones sobre su traducción, hay seis que son las más sugerentes[7]:
- El que es “creador”, es decir, el que da el “ser” a todas las cosas.
- El que es “siempre”, es decir, el que nunca dejará de “ser”.
- El que es “por sí mismo”, ya que no necesita de otro ser para “ser”.
- El que es “realmente”, en oposición a los otros dioses que en realidad “no son”, “no existen”.
- El que es “impronunciable”, es decir, Dios no quiere que se sepa su verdadero nombre para que no sea utilizado en ritos mágicos como hacían los otros pueblos circundantes.
- El que es “actuante”, es decir, el que actúa al lado nuestro, el que camina con nosotros para acompañarnos, el que está junto a su Pueblo. Esta última interpretación es la que sigue la mayoría de los exegetas bíblicos, atendiendo a unos versículos que previamente Dios le había dicho a Moisés: “yo estaré contigo” (Ex 3, 12).
El nombre de Yahvéh –que nuestras Biblias traducen como “Señor” o “Dios”- está ligado de forma particular a los episodios de la liberación de la esclavitud de Egipto y de la “Alianza”. Su significado “soy el que soy” designa una existencia presente y eficaz, aunque también podría traducirse como “soy el que seré”. Es en esta acción futura cuando Yahvéh se manifestará a su pueblo en su ser más profundo para revelar su poder sobre la creación y las personas.
El nombre de Yahvéh tras el exilio del pueblo en Babilonia
El rey de Babilonia, Nabucodonosor, conquistó Jerusalén en el año 587 a.C., deportando a la mayoría de sus habitantes a ese territorio. Al llegar allí, los judíos vieron con asombro que era una ciudad extraordinaria, con magníficos edificios, palacios, acueductos, jardines y templos. Ellos, que se creían tan bien atendidos y asistidos por Yahvéh en Israel, entraron en crisis al comprobar que nunca habían gozado del lujo y grandiosidad de Babilonia.
En esos difíciles momentos, los judíos -inspirados por Yahvéh- realizaron una profunda reflexión teológica[8]: el Dios de Babilonia y el de los demás pueblos circundantes no existen. Quien vela, cuida y protege -tanto a Babilonia como a las demás naciones- es Yahvéh, el único Dios vivo y verdadero. Así, en la tristeza del exilio, en el seno de un pueblo vencido, derrotado y humillado, surgió la brillante idea de que hay un sólo Dios que gobierna el mundo entero y se interesa por todos las personas por igual.
Será un profeta anónimo (a quien llamamos el Segundo Isaías), el encargado de lanzar esta idea en pleno exilio babilónico: “Así dice Yahvé: Yo soy el primero y el último; fuera de mi no existe ningún Dios” (Is 44, 6-9; “Antes de mi ningún dios había, y ninguno habrá después de mi” (Is 43, 10); “Yo soy Yahvé, y fuera de mi ningún Dios existe” (Is 45, 5); “Todos ellos son nada; nada pueden hacer, porque sólo son ídolos vacíos” (Is 41, 29).
El significado numérico del nombre de Yahveh
La palabra hebrea “YHWH” (YAHWEH) se escribe de derecha a izquierda. Nosotros la ordenamos al revés (de izquierda a derecha) para adaptarla a nuestras reglas gramaticales. Las consonantes del alfabeto hebreo también se emplean para designar un valor numérico. Veamos un ejemplo procesando la palabra “YHWH”:
- Y (Yod, equivale al número 10). Yod es la décima letra del alfabeto hebreo y tiene una forma indivisible, como Dios. Representa el infinito.
- H (He, equivale al número 5). He es la quinta letra y su pronunciación no requiere esfuerzo, como tampoco a Dios le costó crear el mundo.
- W o V (Waw, equivale al número 6). Waw representa el número seis. Todo lo creado y completo es hecho en seis, por ejemplo, la creación se hizo en seis días, una figura es completa y cerrada cuando tiene seis lados (arriba, abajo, izquierda, derecha, delante y detrás), como la estrella de David.
- La suma de estas letras-número nos arroja el siguiente resultado: Y (Yod=10); H (He=5); W o V (Vav=6); H (He=5). Por consiguiente, el nombre de Dios equivale a 26.
Por Álvaro Lopéz.
[1] Esta traducción es la más probable, ya que derivaría de la palabra asiria “shadu” (montaña). Véase también (1 Re 20, 23 y 18.
[2] Aunque esta palabra se usa en hebreo como nombre genérico aplicable a cualquier divinidad (Jue 11, 24; 1 Re 11, 5) o para denominar a diversos seres sobrenaturales, lo cierto es que se utiliza para mencionar al Dios de los Patriarcas y estos lo utilizan para enfatizar el poder de Dios.
[3] Por regla general, el año 1.225 a.C. es el más escogido como la fecha de salida de Israel de Egipto. Otros prefieren remontarse a la mitad o incluso al comienzo del siglo XIII. Yo me inclino a pensar por una fecha que estuviera situada entre el año 1.250 y el 1.225 a.C. De este modo, la estancia de los Israelitas en el país del Nilo habría durado más de 400 años, ajustándose así a los datos bíblicos (Gn 15, 13; Ex 12, 40). Estos datos no habría que tomarlos como indicaciones exactas, sino como meras orientaciones.
[4] Estas cuatro palabras coinciden con las siguientes consonantes del alfabeto hebreo: Yod-Heh-Wav-Heh. No olvidemos que el hebreo se escribe de izquierda a derecha y sin vocales, por lo que desconocemos realmente como se pronunciaba este tetragrama de consonantes.
[5] ÁLVAREZ BALDES, A.; “Tierra Santa, la revista de los santos lugares”, Jerusalén 787, (Septiembre-Octubre 2007), p. 233.
[6] En realidad ¿qué oyó Moisés frente a la zarza ardiente?. Moisés oyó “Eheyeh-asher-eheyeh (yo soy el que soy), lo cual es más una explicación que un nombre. Otros consideran que el Tetragrama YHWH viene de “Yaweh-Aser-Yahweh” que significa (el le da vida a lo que existe).
[7] LOPEZ ASENSIO, A.; “Genealogía judía de Calatayud y Sefarad”, p. 64.
[8] ÁLVAREZ BALDES, A.; “Tierra Santa, la revista de los santos lugares”, Jerusalén, Nº 787, p. 234.