Mensaje de Nochebuena de Felipe VI. Fuente: Casa Real.
Además, centraba el discurso en la grave derivada económica y social de la pandemia que acecha nuestras vidas desde el pasado mes de marzo. El monarca mostraba reconocimiento al trabajo desempeñado durante este año por el personal sanitario e invitaba a depositar la confianza de los ciudadanos en la ciencia y en la investigación. Cabe destacar la mención a la población especialmente afectada por las altas tasas de desempleo, la precariedad laboral y de manera particular los jóvenes, aseverando que el país no podía permitirse perder a las generaciones futuras y reclamaba respuestas a sus desafíos.
A propósito el Jefe del Estado describía el marco de gran polarización vigente en la vida política actual y apelaba a la cohesión de todas las fuerzas para superar de manera exitosa la difícil coyuntura. Consciente del clima de desolación a nivel general, el Rey hacía un llamamiento a la esperanza de cara al próximo año asegurando que ni el virus, ni la crisis financiera nos van a doblegar y celebraba la inyección presupuestaria acordada en la Unión Europea. En un guiño a los espectros de la sociedad cada vez más descontentos con la institución monárquica y con la derecha erigiéndose único garante de la Corona, recalcaba no ser un rey de parte, sino de todos los españoles.
Antes de finalizar la intervención, declaraba el compromiso de la Casa Real a la hora de cumplir con los principios éticos y morales. Inmerso en un clima adverso debido al coronavirus y a los escándalos de don Juan Carlos I sobrevolando durante el presente curso, ofrecía una mención velada, pero firme acerca de la obligación de preservar la ejemplaridad desde su proclamación en las Cortes Generales en 2014 por encima de razones personales y familiares.
Se trataba del discurso más difícil y por lo tanto con mayor expectación generada en la población. Las reacciones públicas se han venido produciendo a lo largo de la mañana de hoy, con los partidos nacionalistas, secesionistas y los comunistas siendo especialmente críticos al no dar explicaciones respecto de los galimatías que envuelven a su predecesor. Un mensaje cercano en tanto en cuanto visibilizó las problemáticas que acechan a los ciudadanos, reclamando a la clase dirigente recuperar el espíritu de diálogo para trenzar amplios consensos y defendiendo los valores europeos. Plausible la mención a la ejemplaridad en un intento claro desmarcarse de las presuntas irregularidades financieras del Rey Emérito. Quizá podría haber sido más explícito en los términos, pero entrañando el riesgo de resultar sobreactuado. Cualquier expresión más contundente se interpretaría como una especie de exceso verbal demagógico.
Bendición Urbi el Orbi del Papa Francisco.